Poema V. Sobre lo que guardamos y callamos.

Me guardo un apelativo
en el fondo del bolsillo,
para cuando bajes la guardia,
para los momentos que contigo vivo.
Me guardo las emociones
en el rincón de la habitación,
hasta que nos encontremos en el centro,
hasta que se inicie esta batalla.

Te guardas tus razones
en un cajón sin mi nombre,
bajo afinidades con los elementos,
bajo amistades duraderas.
Te guardas las formas
esparcidas por el suelo,
ante las miradas incrédulas,
ante las malditas apariencias.

Se guarda el destino un revés
siempre a nuestra espalda,
para que temamos su llegada,
hasta que no podamos más.
Se guarda, jocoso, el futuro
que nos describe a ti y a mi,
bajo una apariencia de algo nuevo,
ante luces difusas.

Me guardo mis miedos
sin poder del todo esconderlos,
y tú te guardas tus pensamientos
por miedo a una avalancha,
se guarda el destino el derecho
de dejarnos en la estocada.

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