Acciones de dos

Se perdieron en aquellas palabras de fuego, en la necesidad o el intento de no hacerse ilusiones, esas que crecían por momentos en el estómago y lo llenaban todo de un color especial.

Se prometieron no contar las horas. No echar cuentas a todos los minutos que faltaban para coger ese maldito avión. No pensar en que esos días iban a volar sin remedio alguno. No calibrar los tiempos de entre guerras, esas guerras de miradas y cosquillas en la cama, de las que proclamaban vencedores a ambos para concederles el más dulce de los besos.

Se miraron a los ojos a través de todos los píxeles que les separaban, con un brillo especial que las pantallas no podrían llegar a reproducir jamás, pero que se avivaba con cada mensaje, con una bonita fotografía de algo sin importancia.

Se concedieron el derecho de la duda, aunque sin darse cuenta habían disipado todas las dudas con unas cuantas frases a las pocas horas de conocerse. "Podemos pensar con calma, no hay prisa" se decían, pero es que el corazón iba diez mil pasos por delante de esta cuenta atrás que los impacientaba.

Se tejieron un futuro juntos sin saberlo, con planes aquí y allá, con la seguridad de que lo podían todo aunque supieran que les iba a costar cada adiós un poco más que el anterior. Se prometieron escapadas a cualquier rincón del mundo donde besarse fuera el trasfondo. Se llenaron la maleta entera de ilusiones y dejaron todo lo prescindible de lado, porque al fin y al cabo eran uno con el otro y no querían nada más.

Se dijeron tantas cosas sin decir nada, cuando una sonrisa y una mirada valía por todas los versos de Neruda. Se acariciaron todas las estrofas de las canciones de amor con la punta de los dedos, despacio y sin prisa por si se acabaran, y si lo hacían acabarían buscando una nueva excusa para reencontrarse.

Pero si algo hay que destacar, por encima de cualquier cosa, sin miedo, sin vergüenza alguna, es que se quisieron. Se quisieron hasta que la vida no les quiso dar más.

Fue entonces cuando se amaron de verdad.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Perder lo imperdible

Poema VII. Sobre la momentaneidad de los tiempos

Al silencio