Preguntas anudadas

Tengo entre los dientes
una pregunta
temerosa y desvalida,
que desea pronunciarse
en cada beso
y en cada mirada.
Al filo de mi boca
se asoma con miedo
de quien se sabe
perdido y vacío,
incapaz de saltar.
En la comisura
junto al último beso
que me diste,
se cuelga, expectante,
a la siguiente función.

Tengo en el pecho
un nudo
contenido y asfixiante,
que quiere soltarse
con cada caricia
y con cada te quiero.
En el centro de mi alma
habita ya acomodado
como quien se sabe
tranquilo y sosegado,
en su zona de confort.
Al hilo del pespunte
tras este remiendo
que coses con esmero,
se asoma, desconfiado,
a todo tu corazón.

Son, sin más,
nudo y pregunta
uno sin remedio,
dos que lo son todo,
que empañan el cristal.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Perder lo imperdible

Poema VII. Sobre la momentaneidad de los tiempos

Al silencio