Asedio por mar

Surca este barco
con proa salada
el mar blanco,
pulido,
de mi piel desnuda.
Se encalla
con proeza
en cada línea,
cada surco,
comisuras difusas.

Primero de la flota,
lo siguen mil
todos haciendo
el valeroso camino
del llanto;
lejos divisa,
el marinero,
larga línea
sin final
de madrugada.

Rema por mis pómulos
de nuevo sin control,
corta comunicación,
acallados monosíblabos
me rompen la voz;
aliento verdadero
con trasfondo
el dolor,
destino traicionero,
agorero de vocación.

Otro paso más
hacia el suelo,
yugular empapada,
pronuncio mi te quiero
con voz apagada.
Último navío
telonero del miedo,
acabaré odiando
la dulce navidad,
ese era tu desafío. 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Perder lo imperdible

Poema VII. Sobre la momentaneidad de los tiempos

Al silencio