Prender

Hemos prendido la llama
de lo que no se apaga
con un saludo,
de lo que no se evapora
con un adiós.
Hemos prendido a tu ropa
una medalla,
un emblema
que conmemora una batalla
sin claro ganador.
He prendido en el tiempo
de un reloj
que ni funciona,
ni me interesa,
para distraer la vista.
He prendido la esperanza
de una cuerda,
deshilachada y fina,
ademejada al miedo
de quien camina al patíbulo.
He prendido mi cordura
del tendedero,
al sol de mi patio,
lejos de la lluvia
de mis pensamientos,
esperando a que seque,
a que no quede nada,
se desvanezca
y ya no me importe.
Lo único que no he prendido,
no lo he cogido,
mostrado o dividido,
son mis intenciones,
para que no las quemes,
para que no las prendas,
para que no me hieras.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Perder lo imperdible

Poema VII. Sobre la momentaneidad de los tiempos

Al silencio