Guerras de otoño

Se posan,
bermejos y vibrantes,
los colores del otoño
en la piel de los árboles,
en las sonrisas de flores marchitas,
en los labios de amantes
que antaño se besaban
al abrigo del verano.

Se derrumban,
caen descuidados,
los pensamientos al suelo,
cubierto de hojarasca,
del rocio de las mañanas frías,
sobre los charcos inmaculados,
dejados al olvido
del amor temprano.

Se juegan a las cartas,
un póker sin aliados,
la última estocada
con forma de pregunta,
con respuesta clara y puntiaguda,
punto terminante y enlazados,
hilo rojo permanente
más atemporal, menos mundano.

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