Floristas vitales

Florece en mi alma una camelia
cada vea que vienes a rondar,
se posa indecisa entre mis entrañas,
se rodea de abominables verdades
y nos mira a la cara con sorna,
con la victoria en la boca
de quien se sabe venenosa y bella.
Se marchitan a la par las rosas
si decides que mirarme es el modo de jugar,
si te arriesgas a pincharte
con tus propias espinas de contrariedad,
y se retuercen los sentimientos un poco más,
se asemejan a cada segundo que pasa
a otra locura, a la más absoluta excentricidad.
Resurge como el ave fénix el azahar,
ante tus ojos anonadados,
pide a gritos descolgarse del tren vital,
sogas engalanadas de verdes tempestades,
y devuelves las miradas con intención fatal,
porque, ¡ay si fuera por ti!,
no crecería en esta vida ni césped en nuestro jardín.

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