Nuestras razones

Cuando se apague la luz,
cerremos las cortinas,
nos vayamos a la cama en silencio
y resuenen las voces vecinas.
Cuando se repitan las historias,
aquellas que no sirven para nada,
maravillosas las inútiles agonías
y las palabras del todo vacías.

Cuando no nos quede un resquicio,
de piedad,
de dolor,
de sangre seca,
de miradas atravesadas
en los filos del discurso.
Cuando nos llene el odio,
podrido,
sin sentido,
angustiado,
apagado
en un intento de salvarnos.

Cuando nos aceche la muerte
en los días venideros,
y nos lleve en sus mantos
de recuerdos ajenos.
Cuando nos abrace el mutismo,
el vacío elocuente,
y nos bese en la frente
otro extraño pasajero.

Cuando pase todo el tiempo
que tengamos para amarnos
y hayamos decidido,
volátiles nosotros,
que ya tuvimos suficiente.
Cuando quede una gota,
una lágrima,
un beso,
un pétalo en la almohada
y una sonrisa desencajada.

Cuando nos miremos a lo lejos
un día de estos,
y nos crucemos las miradas
con el fuego aún ardiendo,
sabremos, querido mío,
que no hicimos más que perder el tiempo.

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