Dos minutos

Cada dos minutos
exactos,
impertinentes,
te apareces en mi mente
nube amenazando lluvia,
tempestad descontrolada,
maldición anticipada.

Cada minuto y medio,
más o menos,
no muy calculados,
tu sombra se pasea altiva
por laberintos en mi alma,
por recovecos de las estrías,
por mensajes debajo de la mesa.

Cada minuto
nueva perspectiva,
una dirección más al sur,
un norte sin sentido,
el este arrogante dicta normas,
un oeste innecesario.

Cada treinta segundos,
fugaces,
pasajeros,
se me parte el alma,
se me quiebra la voz,
los ojos se encharcan,
me recorre los labios un adiós.

Cada ahora,
punzante y afilado,
instante estúpido,
me mira de reojo el reloj,
señala el retroceso hacia el mar,
un vacile del destino,
un final sin giro de guión,
una luz agonizando,
un cadáver reanimado,
una sensación intensa de añoranza,
y no sé, no sé
si todo esto iba por ti
o por el maldito invierno.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Perder lo imperdible

Poema VII. Sobre la momentaneidad de los tiempos

Al silencio