El cazador

Corre la presa
a manos de su cazador,
ansiosa de muerte,
acaramelada y dulce,
añorada,
satinada,
tanto extasiada.

Corre el cazador
en busca de su presa,
nublado de sed,
volumínica y tétrica,
enmascarada,
teatralizada,
tanto anhelada.

Corre el tiempo
entre ambos congelado,
sombrío y grisáceo,
completamente frío,
enterrado,
aniquilado,
tanto olvidado.

Espera la presa
a ser ella cazador,
trampa sincera,
miel afrutada,
amargo y sabroso
café de amor.

Espera el cazador
a ser por fin presa,
venas temerosas,
idealizada la ilusión,
todo rosado y carnoso,
late de nuevo el corazón.

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