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Mostrando entradas de octubre, 2014

La nota del encanto

Se me metió la música en las venas, en el sentido y en la piel. Me susurraba locura, me infundía libertad, daba alas a su hijo ciego y el violín al sordo. Fue la danza entonces compañera traicionera, burladora y desagradecida, quien me dio pies que ya tenía, y sentidos de los que carecía. Se apoderó de mi cuerpo el viento cambiante, secó los ríos a su paso, hizo de mí, escultura de barro, fina porcelana, quebradiza y brillante. Debería sentir culpabilidad recorriendo el mayor sentido del hombre, ese entre la cabeza y el corazón, un nudo de garganta, un clic de autonomía agonizante, y sentí libertad como prohibición. Fue entonces decidida al suicidio, todo daba igual, el mundo evaporado, y las luces consumidas, la pasión necesita alas y un violín que la guíe, y alguien que baile al son de un ave llamada libertad.