Muerte
Nadie sabe la muerte, mensajero incrédulo e inquisitivo, todo lo observa, todo le inquieta. Nadie sabe la muerte ni sus pasos sentenciosos, aún anunciada se duda, el corazón aprieta. Redimidos en habitaciones de paredes de luz y cántaros de arena, ahogo en el vacío a punta de escopeta. Asustadizos los ojos de quien duda la fiereza de las almas, vano intento por alcanzar una meta. Ni la misma muerte sabe lo que la eternidad, entre sus brazos de hielo, le depara o le deja en las llanuras. Muriendo en vida, sentimos la pena del que no ama o aquel que no quiere ver ni la verdad más pura. Muerte y vida simbiontes, unidos por el paso de las eras, cayendo lentamente de su pedestal y su armadura. Acercándose el silencio de una eternidad que no cesa, mi tumba se cierra y con ella mi muerte, bendita si ésta mi tortura.